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Posts etiquetados ‘Cultura’

Proyectos culturales con tecnología NFC

Entre las posibilidades de interacción con el usuario a través del móvil, una de las opciones existentes es la comunicación NFC (Near Field Communications), una tecnología de onda de corto alcance (8-10 cm.) que permite intercambiar datos con sólo acercar un terminal móvil a un receptor. Esta tecnología inalámbrica, por la seguridad que aporta, se ha empezado a utilizar fundamentalmente para hacer pagos, pero ofrece todo tipo de opciones diferentes para interactuar con el usuario.

Para ello se utilizan NFC tags, pequeñas etiquetas con un chic NFC que permiten almacenar todo tipo de datos y enviarlos de manera pasiva, sin necesidad que el elemento que transmite los datos esté conectado a una fuente de alimentación. Esto lo hace muy útil para los centros expostivos, que pueden integrar fácilmente las etiquetas en su museografía, crear smartposters con la información incluida, anadirla a catálogos, trípticos, merchandising… Las tags tienen una capacidad de memoria que oscila entre los 64 bytes y los 4 kB, pueden ser de sólo lectura, si se quieren usar con una información que no va a ser modificada, o de lectura-escritura, si el objetivo es que el contenido pueda ser cambiado. 

El Forum NFC establece cuatro categorías de etiquetas, (NFC Tag tipo 1 a 4) que se diferencia entre si en la capacidad de memoria, velocidad de transmisión y posibilidades de lectura-escritura; para elegir entre unas y otras en recomendable tener presente el tipo de contenido a incluir y el lugar de colocación (en superficies metálicas o no). Entre los tipos de etiquetas se puede elegir entre las populares  y atractivas  Smart Tags de Sony, las conocidas TecTiles de Samsung  u optar por tags NFC genéricas (que se pueden encontrar de todo tipo y diseños y ofrecen prestaciones similares). El precio por etiqueta es económico, oscilando entre 20 centimos y 2 euros, dependiendo del tipo y de la cantidad. Los fabricantes de telefonos actualmente compatibles con NFC son Samsung, Nokia, Blackberry, LG, HTC y Sony.

Con sólo acercar el móvil a una tag NFC se transmite la información, pero lo interesante es que además se pueden automatizar tareas al permitir  incluir  la realización de acciones o secuencias de órdenes (usar las redes sociales, hacer una fotografía y compartirla, canjear una entrada, conectarse a una red wifi, hacer un checkin, lanzar una aplicación, abrir el calendario, mandar un mensaje, abrir una página web, etc) . La tecnología NCF amplia las posibilidades del uso de códigos QR y aporta más seguridad a la información que se transmite.

Configurar las etiquetas es muy sencillo, basta con utilizar aplicaciones como NFC Quick Actions o NFC Task Launcher, seleccionar las ordenes que se quieren realizar y acercar el móvil a las etiquetas en las que se van a cargar dichas acciones. Las aplicaciones de NFC se pueden descargar de manera gratuita para los móviles Android.

museos cultura NFC mediamusea 

Entre los proyectos culturales que hacen uso de este protocolo, el  monasterio cisterciense de Vyšší Brod, en la República Checa, utiliza desde el año 2009 guías GPS con tecnología NFC para explicar los tesoros del monasterio a través de texto, imagen y audio en diferentes idiomas. El Museo de Londres lo aplicó  como un complemento a su museografía tradicional, para aportar a sus visitantes información de las piezas expuestas, pero también para descargar la banda sonora del museo, conectar con las redes sociales del centro o acceder a cupones, entre otras cosas. El Museo Nacional de Cracovia también hizo uso de esta tecnología en un proyecto piloto llamado «Nokia viene con el arte«, que duró de febrero a julio de 2012. Los visitantes del museo recibían automaticamente información sobre la obras de la colección de arte polaco del siglo XX  en forma de texto, fotos y videos. El propio museo prestaba además un Nokia C7 a aquellos usuarios que no pudieran utilizar las opciones de NFC en sus propios terminales.

Pero hay muchos más ejemplo, en Francia, el Museo Quai Branly ha lanzado la aplicación con componente de gamificación  «El museo con música«, que utiliza  tags Cityzi para compartir recursos musicales con su público e, igualmente, presta smartphones a aquellos usuarios que lo deseen. Otro centro, el Pompidou, añadió este protocolo en su galería joven, que permitía, entre otras cosas, enviar mensajes a la dirección del museo con comentarios sobre la exposición.  También la Ciudad de la Arquitectura ha creado una app con NFC para la exposición temporal «Fluir, cuando los movimientos afectan a la arquitectura» que permite oir los comentarios de  historiadores, geógrafos y arquitectos sobre los monumentos de la muestra. Su funcionamiento se puede ver en este video. En Italia los Museos Capitolinos ofrecen información de 300 obras de artes con NFC. El Museo Nacional de Korea durante noviembre y diciembre de 2012 hizo una prueba de uso de etiquetas NFC, pero no sólo ofrece información de las piezas, sino que también utiliza acciones para que sus usuarios hagan uso de las redes sociales.

En Bélgica, el Museo de Cerámica de Andenne usa NFC con la aplicación gallega iBeaken, utilizada también por otros museos como el Riddarhuset de Estocolmo, el Museo Maggritte, o el Museo Nacional de Kielce en Polonía.

Existen además otros interesantes proyectos culturales que usan NFC, como la Biblioteca Virtual del proyecto Ingeborg, en Klagenfurt (Austria), que utiliza NFC y QR para situar por toda la ciudad más de 100 puntos de descarga gratuita de libros y música que forman parte del Proyecto Gutenberg. En the Rocks, el barrio más antiguo de Sydney, se ha creado una ruta interactiva con 37 sitios informativos a través de NFC.

La no inclusión del protocolo NFC en el iPhone 5 ha limitado notablemente su expansión, pero eso no ha impedido que  en España también se  innove en este ámbito. La muestra de la colección de Novacaixagalicia en Vigo, «Coordenadas na arte galega contemporánea«, inaugurada en febrero de 2012, fue pionera en usar esta tecnología en una exposición en nuestro país. Se utiliza combinada con QR como se puede ver en este video. También el Museo Joaquín Peinado de Unicaja de Ronda está probando desde julio de 2012 el uso de NFC en su exposición permanente. En Cáceres, el ayuntamiento utiliza también esta tecnología para ofrecer información turística y patrimonial.

En conclusión, la tecnología NFC abre todo un campo de posibilidades pero su limitación para los dispositivos iOS hace que por si sola no puedan abarcar todo el público tecnificado que acude al museo. La combinación NFC y QR es actualmente una de las opciones más eficientes para intercambiar información con los visitantes.

Continuando con la movilidad

El futuro de los museos pasa actualmente por la movilidad, que se convierte en el eje principal de las tendencias tecnológicas en alza. El número de usuarios que utilizan smartphones no para de crecer (España es el país con el segundo mayor índice de penetración de móviles inteligentes) y ello abre todo un campo de posibilidades a los centros culturales para informar, comunicarse e interactuar con su público.

evolucion museos mediamusea

Las aplicaciones son una de las grandes bazas con las que hoy se cuenta debido al gran crecimiento que han experimentado y a su popularidad. Desde las primeras apps móviles de museos  el número ha seguido aumentando, y actualmente 25 museos  y centros culturales y expositivos españoles cuentan con aplicaciones  propias. A nivel global, los museos con aplicaciones móviles representan el 1,6% del total de centros españoles (tomando como dato el último censo del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).

Es España el promedio de apps instaladas por usuario es de 19. En general, las aplicaciones gratuitas son las mayoritarias, pero casi el 38% de los usuarios de smartphones también descargan de pago. Android es el sistema operativo más extendido, con un 52% de terminales, seguido por iOS con un 34%.

A pesar de la mayor extensión de Android, los museos españoles optan preferentemente por crear apps para los dispositivos de Apple, tal es el caso del Centro de Arte La Panera, por ejemplo. Así, el 88% de las aplicaciones existentes tienen versión para este sistema operativo, frente a un 60% de apps creadas para Android. Los museos con aplicaciones sólo para Android , como el Museo Episcopal de Vic o el Museo Luis de Morales de Badajoz, son una minoría (12% del total). Otros centros optan por crear versiones para ambos sistemas, como es el caso de la radio del Museo Reina Sofia, y su aplicación para Android e iOS, o el Museo de la Ciencia y de la Técnica de Cataluña también con versión para móviles Android y para iPhone.

Existen además aplicaciones exclusivas para tabletas, como la creada por el Museo Nacional de Arte de Cataluña con el catálogo de la exposición «El Museo Explora», disponible para tabletas Android  y para iPad; la realizada por el Museo de Bellas Artes de Bilbao para la exposición temporal sobre Antonio López;  o la más reciente de las aplicaciones creadas: las Obras Escogidas del Museo Thyssen.

Además de las aplicaciones propias, otros centros optan por lanzar su información móvil dentro de Layar. Tal es el caso del Atlas Escultórico creado por el Museo de San Telmo o la capa de realidad aumentada del Museo de Mataró con motivo de la exposición Mar de fons.

La mayor parte de las aplicaciones propias de museos hacen referencia a la colección permanente del museo (76%) frente a las apps dedicadas a exposiciones temporales (24%).

Cuadro resumen:

app moviles museos mediamusea.001

Los ejemplos expuestos muestran como estos centros trabajan para integrar la movilidad como un elemento más, pero, aunque significativos, resultan escasos en extensión en relación al computo general de museos existentes en España. La creación de aplicaciones propias no siempre en un recurso sencillo de financiar para todos los museos, pero la movilidad tiene muchas vertientes y las posibilidades de experimentar con ellas utilizando aplicaciones genéricas ya creadas, redes móviles o recursos gratuitos están ya ahí y son válidas para todos los centros. El museo móvil es el futuro de nuestros centros, por lo que es conveniente que los teléfonos inteligentes se empiecen a integrar como un elemento más de apoyo a la museografía tradicional y a evaluar sus usos y posibilidades. Más que como un enemigo al que controlar dentro de los museos (sobre todo en aquellos centros donde aún sigue existiendo la limitación de fotografiar), el móvil se debe entender como la llave que permita al usuario adaptar y personalizar su experiencia al visitar un espacio cultural.

La cultura no es un lujo

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Redes sociales y museos: vídeos

En el pasado mes de noviembre tuvo lugar en el Museo Picasso Málaga el curso Redes Sociales en Museos, reputación y credibilidad en la red, organizado por la Universidad Internacional de Andalucía.

Para todos aquellos que no pudieron asistir, o para los que quieran recordar lo que allí se dijo, la UNIA ha subido a su canal de Blip los vídeos de las distintas ponencias.

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Conversando con Lucía Calvo

Lucía Calvo es periodista y trabaja en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona a cargo de proyectos participativos y de la edición de contenidos multimedia. Acaba de publicar, junto con María Farràs, “El CCCB en la Red”  una radiografía de la presencia del CCCB en la llamada web 2.0, un documento de trabajo que establece pautas de uso y de estilo y las líneas de trabajo futuras del CCCB en el ámbito digital.


MEDIAMUSEA¿Lucía, en qué favorece el uso de las nuevas tecnologías a las instituciones culturales?

LUCÍA CALVO: Las nuevas tecnologías cambian la forma de producir, distribuir y compartir la cultura. Internet está basado en una forma de organización en red, horizontal y no jerárquica. El modelo de comunicación ahora es multidireccional. Todas estas transformaciones abren el camino hacia nuevas formas de difundir, divulgar y de aprender de la cultura, hacia niveles de participación que van mucho más allá de la visita pasiva a una institución, hacia una popularización de la cultura ─ya no son unos pocos los únicos que saben y atesoran conocimiento─, hacia la aparición de nuevos géneros y formatos culturales, etc. El reto está en que los responsables de las instituciones culturales entiendan, asimilen e integren estas transformaciones al funcionamiento y forma de ser de las organizaciones.

MM: El móvil se ha convertido en un elemento muy usado y de gran versatilidad. En los museos puede tener variadas aplicaciones, pero algunas implican que se use la cámara del teléfono. Gran parte de los museos españoles impide realizar fotografías en su interior, elemento difícil de controlar si se permitiera el uso del móvil para otras aplicaciones. Se quita esta prohibición, se obvia el uso del móvil… ¿cómo se resuelve esta situación?

LCCreo que el uso de cámaras o de teléfonos móviles dentro de las salas de exposición es algo muy difícil de controlar y cada vez lo será más. No sé qué solución es la mejor. Quizás lo más sensato es adaptarse a los nuevos tiempos y permitir realizar fotografías e utilizar cualquier tipo de gadget dentro de las instalaciones museísticas. Una de las funciones de los museos es social, que la gente vaya a visitarlos. Si la sociedad cambia pero los museos no se adaptan…

MM: Códigos bidimensionales, realidad aumentada, aplicaciones móviles, tecnología NFC… ¿es necesario apostar por todas estas novedades o puede un exceso de tecnología desvirtualizar el concepto de museo?

 LC: Yo creo que se comete el error de creer que ser innovador supone utilizar las últimas tecnologías en el museo. El cambio cultural no es tecnológico, es mental (y quizás generacional). Tener la pantalla táctil más potente del mercado en la recepción de un museo es fabuloso y seguramente atraerá más público pero ¿qué pasa con el capital humano de la organización? ¿Qué pasa si nos gastamos la mitad del presupuesto en gadgets y aplicaciones pero la organización sigue funcionando con patrones y metodologías de trabajo anacrónicas?

Es interesante aplicar novedades tecnológicas a proyectos culturales, siempre y cuando tengan sentido y se adecuen a los objetivos y contenidos del proyecto. Hay iniciativas realmente innovadoras que no tienen por qué estar ligadas a los últimos avances tecnológicos. En I+C+i del CCCB Lab  organizaron talleres de cocreación en cultura en los que se utilizó plastilina para diseñar modelos de participación 🙂

 MM: En relación al complejo tema de los derechos de propiedad intelectual en Internet, ¿cómo deben los museos compartir  su contenido?

LC: Las licencias Creative Commons pueden ser una buena fórmula para regular derechos de autor. Hay diferentes modalidades que pueden ser más o menos restrictivas con los derechos de reproducción y distribución. No soy experta en el tema pero la práctica demuestra que los contenidos culturales acaban circulando en Internet a pesar de las restricciones legales. Si sabes que alguien acabará colgando en Youtube una conferencia que ha grabado con el móvil ¿no es mejor para el autor de la conferencia y para el público en general que la institución cultural la facilite en buena calidad y bajo una licencia que deje claros cuáles son los límites de uso y reproducción?

MM:  ¿Actualmente, cómo debe ser y qué ha de tener la web de un museo?

LC: Me gustan las webs de museos vivas, cambiantes, que muestran la actividad diaria, los contenidos más nuevos. También aquellos sitios que están pensados para el disfrute del usuario. Muchas webs corporativas están diseñadas desde dentro hacia fuera, de nosotros a ellos. Importa más quiénes somos y qué hacemos que facilitar una navegación usable y entretenida al visitante virtual.

Poco a poco las webs de instituciones culturales se van adaptando más y mejor al usuario pero cuesta mucho cambiar porque la mayoría ─sobretodo las instituciones públicas─ externalizan servicios como la programación, el diseño o la actualización de contenidos.

Es complicado trabajar de forma ágil y plantear cualquier cambio en la web. Los museos renuevan sus versiones de la web cada X tiempo y entre tanto, cuesta mucho tocar nada. Son webs escaparate. Yo creo que esto ocurre porque posiblemente muchas instituciones todavía no se han dado cuenta del valor estratégico de la web. Solo hay que comparar cuántos recursos económicos, técnicos y humanos se dedican a la conservación y mantenimiento de una instalación cultural (espacio físico) y los que se dedican a su sitio web (espacio virtual). Trabajar con equipos internos transversales que incluyan expertos en programación web, diseño y contenidos facilitaría tener una web siempre a punto.

MM: El fenómeno de las redes sociales está penetrando con repentina fuerza en los museos, ¿cuál es la importancia que verdaderamente tiene?, ¿crees que es imprescindible usar estas redes o son un elementos accesorio producto de una moda pasajera?

LC: Mantener y actualizar periódicamente servicios 2.0 como Facebook o Twitter ─los más utilizados─ puede ser útil en el ámbito de la comunicación y la difusión de la actividad o de la colección de un museo. También permite un diálogo más directo con los usuarios. En el CCCB utilizamos mucho Twitter como herramienta para compartir información y aprender de las comunidades de usuarios especializadas en temas de nuestra programación (@cececebe para temas de agenda cultural, @cccblab para investigación e innovación, @cccbeducacio para la comunidad docente y educativa, @kosmopolis_CCCB para literatura o @publicspaceCCCB para el debate sobre espacio público y urbanismo).  Twitter es una de nuestras herramientas preferidas porque en el centro pasan muchas cosas cada día, nos relacionamos con mucha gente y Twitter se convierte en lugar de encuentro tanto para narrar nuestro día a día como para escuchar lo que dicen los usuarios sobre los temas que nos interesan.

Ahora bien, no creo que Twitter y Facebook sean imprescindibles. Puedes no estar en Facebook ni en Twitter y tener una buena estrategia de comunicación, llegar al público que te interesa. Me parece una moda ─y quizás un problema─ la excesiva fe que se tiene en las bondades de las redes sociales. Son herramientas de comunicación, útiles según el caso. Creer que porque estamos en Facebook o Twitter hemos mejorado nuestra comunicación y difusión puede ser engañoso. Las instituciones seguimos produciendo mucho papel, nuestros datos y contenidos suelen ser de difícil acceso o estar sujetos a restricciones legales y la participación a través de Facebook y Twitter es limitada. Creo que debemos aspirar a proyectos culturales más abiertos y participativos, que van más allá del hecho de tener un community manager que nos mantenga al día en Facebook y Twitter. Internet es muy grande 🙂

 MM: Se ha hablado mucho de quién o quiénes deben administrar y dinamizar las redes sociales de un museo y cuál es el perfil ideal que ha de tener. En tú opinión, ¿qué modelo consideras el más adecuado para un centro cultural?

LC: Creo que si utilizamos herramientas 2.0 habitualmente, es interesante tener en plantilla una persona (o varias en función del número de herramientas y proyectos 2.0 que gestionemos) formada en comunicación digital, que conozca a fondo el funcionamiento de Internet y de las comunidades de usuarios, que nos llevan ventaja en todo este mundo.  Un buen dominio del lenguaje, las normas de netiqueta y los géneros y formatos de Internet también es útil. Ahora bien, las nuevas tecnologías y el uso de Internet (y no sólo de Twitter y Facebook) implican nuevas formas de crear y compartir la cultura y el conocimiento y creo que esto es algo que sí que han de aprender y aplicar a su forma de trabajar todas las personas que forman parte de la organización y no solo el/la responsable de redes sociales.

Decir qué modelo es mejor es difícil porque cada institución es un mundo. Hay instituciones muy jerárquicas donde imagino que debe ser una odisea intentar ser “2.0” y otras que son muy pequeñas que no pueden ni permitirse contratar una persona con un perfil de comunicación digital. Lo que sí que es interesante es que los responsables de las instituciones se planteen qué quieren ser en Internet y en función de eso, destinen los recursos humanos y económicos necesarios.

MM:Por último, ¿qué hay que hacer para que la comunicación con NNTT sea efectiva, útil y ayude a conectar realmente con el público?

LC: Ser honesto y transparente es fundamental. En Internet nos encontramos en igualdad de condiciones con nuestros interlocutores por lo que intentar “vender motos” es muy complicado o directamente no funciona. Si queremos propiciar una cultura más abierta y participativa, es importante que diseñemos bien los procesos de participación con usuarios y dejemos claro desde el principio qué queremos y qué esperamos de la gente y de qué manera pueden contribuir y beneficiarse del proyecto. En el CCCB hemos trabajado en ese sentido con iniciativas como “Brangulí estuvo aquí. ¿Y tú?” o la exposición “Pantalla Global

¡Muchas gracias Lucía por tus respuestas!

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